I Salón Viña Ibérica 2015

SALON VIÑA IBÉRICA

La península ibérica, conserva intacta la vocación inicial de ser una tierra árida en la que sus habitantes primordiales vivían al lado de los ríos (eso significa semánticamente íbero). Y en esta tierra árida había muchos conejos y caza, junto a las vides más antiguas de Europa. En este país, la vid es uno de los frutos más arcaicos de la Península Ibérica, junto al higo y otros futos silvestres. Y su fruta dulce ha sido uno de los frutos más interpretados y reinterpretados de la Historia. Y al igual que las palabras, la vid ha sido siempre fuente de iniciación y de integración o de exclusión por fundamentalismos exacerbados. Pero todo el mundo coincide en recordar la figura clave de los frutos dulces de un Occidente cercano relacionado con un Oriente lejano, unidos por la viña de los jardines de Babilonia, los néctares de Egipto y el salterio de Salomón.

Sin querer entrar en las historias míticas de Noé y sus precursores Babilónicos, verdaderos artífices del origen del vino y de la cerveza, deberemos comprender que los griegos y fenicios fueron los primeros artífices y transmisores de esos vinos dulces llamados malvasías que acompañaron a la paralela cultura melífera en esa transición al posterior vino de las ceremonias báquicas del imperio romano. La vid y el olivo se implantaron, con el devenir, como maquinarias culturales de las legiones romanas que utilizaban el vino como motor alimentario y de animación para la marcha y la conquista de la llamada «pax romana», no siempre bien resuelta. (Tres litros al día por legionario, lo que explica la propagación de la viña en el imperio de Cesar Augusto que da nombre a Zaragoza). Los celtíberos debieron soportar a las huestes legionarias que adentrándose por los ríos en esta quebrada tierra de conejos (Hispania) terminaron imponiendo el poder de la civilización que los griegos como Eneas, insuflaran al extremo Occidente. Los islámicos mantuvieron los mostos y la uva dulce, mientras que los sefarditas hispanos trataron de mantener intacta la pureza del vino, sirviéndolo en copa no porosa o arcillosa. (Esa similitud de costumbres con el cuenco celta cerámico fue la base del famoso mito griálico ligado a los poderes regeneradores de la sangre con el vino, que hoy se nos presentan más mundanos a modo del antioxidante reverastrol). El caso es que el vino ha sido un alimento mediterráneo, milenario, controvertido y fuente del convivium o banquete comunitario entre los ribereños de este mar preñado de Biodiversidad e Historia. El hecho de que Cartago, Marruecos y países cercanos, conserven viñas antiguas prefiloxéricas nos anima a pensar que la primavera del Norte de Africa aun está pendiente de aclarar muchos extremos de su compleja identidad histórica. El vino es el jugo fermentado de uva y pese a que otros frutos fueron utilizados para obtener alcoholes, el vino para un mediterráneo es aquel que es obtenido a partir de la uva.

La Península Ibérica, Baleares y Canarias es todo un paraíso de uvas, de formas de vinos y de formas de integrar cuanto nos viene dado. La vid es la que escalona las montañas o viste de verde al desierto (junto a la alcaparra, como en Georgia). Forma parte del paisaje y de su paisanaje. Y pese a que miles de jóvenes son conducidos a otras bebidas, entendemos que el vino debe renacer si queremos conservar algo de esa España rural que fenece hasta extremos que sonrojarían a cualquier gobernante de cualquier país del mundo. Desde el tradicional Marcelino Pan y Vino, que condensaba la historia reciente de la viña y los vinos de los monasterios del medioevo, hasta la actualidad, muchas cosas han pasado y otras muchas van a pasar. SlowFood Zaragoza, haciendo gala de aquel escrito de los episodios nacionales de Benito Pérez Galdós, que decía que mientras quede un zaragozano en pie, Zaragoza no se rinde!!, hemos decidido poner una pica en Flandes y levantar el Salón de Viña Ibérica para llamar la atención de propios y extraños sobre el mundo del vino!!

EL RENACER DE LA VIÑA IBÉRICA

Llevamos décadas viendo desaparecer a miles de viticultores que vivían cuidando sus cepas centenarias, sabiendo que una cepa vieja proporciona mejor vino que una joven. Hemos visto también desaparecer una I+D coordinada del estado español que ha renunciado a tener en la viña un cultivo emblemático de España. El esfuerzo investigador de las CCAA ha sido escaso, por falta de fondos. Hemos visto desaparecer decenas y decenas de variedades de uva, dejando que la pérdida de Biodiversidad, fuera asociada al maná de nuevos inversores. Nos están sustituyendo el alcohol de cebada y maiz nórdico, de cultivo anual, transformado en cerveza o bebidas alcohólicas, mientras se destruye un cultivo plurianual que debe esperar de 15 a 20 años para mostrar su potencial.  También se han renombrado nuestras variedades de uva y las han identificado como símbolos de poder, cuando han querido y como han querido. Y la ética y la estética hispana se ha resistido a duras penas, gracias a quijotes bondadosos que se resisten a desaparecer de la faz de la tierra. Y al que investiga y realza un vino desaparecido, le llaman romántico. Y al abuelo que instruye a un joven de su pueblo, lunático. Pero la viña ibérica ya renace tras años de ser pasto exclusivo de negocios sin historia, cultura y saber hacer.

Hemos estado aceptando que nos faltaba tecnología moderna y enología, mientras reducíamos nuestra biología. Hemos estado trabajando mediante prueba y error. Hemos dicho cosillas que algunos parecían denostar y hemos callado mientras los botellones eran de alcohol de cebada o de maíz importado, adornado con maderas exógenas y flores nórdicas. El declinar del vino es un gran error patrio que atenta contra nuestra propia cultura del buen comer para cambiarlo por mercancías baratas en manos de grandes grupos agroindustriales con vocación agroexportadora. Consumimos menos vino que Dinamarca, patria de aquel Hamlet que dijera ser o no ser, esta es la cuestión!

Pero ahora se acerca un nuevo apretar de tuercas y los lobbies agroindustriales quieren imponer al Mediterráneo y su cultura, un nuevo paso de rosca que puede axfisiar aun más a la viña ibérica y ser el pasto de los grandes operadores. A partir del 1 de enero de 2016 se cambia el régimen de derechos de plantaciones de viñedos y se seguirá perdiendo un patrimonio histórico, acumulado de varias generaciones. Estos acuerdos se impondrám al Mediterráneo, para que carguemos con las consecuencias de nuestra llamada «ineficiencia costosa» de convertir los excedentes vínicos en alcohol, manteniendo un mercado regulado. Se está destruyendo la historia por el el corto plazo, poniendo en jaque una de las culturas y formas de producción que han dado sentido y vida a todo el Mediterráneo, para someterlo al mayor fundamentalismo de la historia reciente: El dinero al margen de la economía real y de las culturas de las naciones!!

Por estas razones o sinrazones queremos, de forma tímida, comenzar nuestra pequeña revolución. Tributando a la Biodiversidad y quehacer campesino. Tributando a un Sur que tanto ha aportado a Europa y que es despreciado por los poderes de los hurones financieros que quieren volatilizar todo en aras de amasar dinero a corto plazo, mecanizandolo todo, deshumanizandolo todo y sin la menor corrección con los ciudadanos de Europa. La historia reciente del vino, es la historia de esas commodities o valores de bodegas que se compran y venden a toda velocidad y que se compran por inversores ajenos a la cultura vínica. El salón Viña Ibérica de Zaragoza apela a esa hermandad con Francia, Italia, Portugal, Grecia, sur de Alemania, Los Balcanes y también del Sur mediterráneo, para defender la cultura de ese pequeño vitivinicultor (vigneron) que ha conservado sus viñas viejas sabiendo que la viña aprendió durante siglos a comprender que es ella la única planta sabia que pone dulce una savia convirtiéndola en azúcar y vino, en medio de una naturaleza árida. Y puesto que el largo plazo nos anuncia el cambio climático, reclamamos que se pague uno de los sumideros de carbono más dulces de cuantos nos ha sido posible conservar en nuestra memoria histórica y en nuestro territorio. Es hora de modernizar el retorno a las mejores de nuestras tradiciones, descalificando otras, mientras pedimos a la ciudadanía que vengan a disfrutar de los vinos de estos viñerons (vitivinicultores) al salón Viña Ibérica de Zaragoza. Nos vemos el 25 y 26 de Febrero de 2015